El que se pasa la vida prometiendo llega, antes o después, a tener que cumplir sus promesas o quedar como un embustero. Si, además, ha hecho promesas imposibles o contradictorias no tiene más remedio que ser tildado de Pinocho o desbaratar el quiosco, empeñando hasta las joyas de la abuela.
Esto es lo que le pasa a Zapatero y su gobierno. Han mentido tanto, prometido a unos y a otros cosas tan antagónicas que ahora están con el agua al cuello y a merced de los talibanes nacionalistas que quieren romper el marco presupuestario, aunque ello suponga (algunos incluso lo desean) romper elpaís.
El vicepresidente que más veces ha dado cifras falsas, Pedro Solbes, ha reconocido ya que no “contempla” prorrogar los Presupuestos de 2008, que se confeccionaron con un Producto Interior Bruto (PIB) del 3,3%. Este escenario sería inaplicable en el actual estancamiento económico. Los posibles aliados del PSOE afianzan así una importante posición de fuerza y afilan sus reivindicaciones.
Exigen a Solbes una solución al sudoku de la financiación autonómica, después del generalizado rechazo a su última propuesta. El Gobierno no tiene fondos para satisfacer sus reivindicaciones. Al tiempo, la transferencia de más competencias también está sobre la mesa. Además, los partidos implicados en la negociación son proclives a romper los límites del actual marco de estabilidad presupuestaria y permitir un mayor endeudamiento público. Los gobiernos autonómicos son auténticas fábricas de derroche y su desastrosa gestión la causa principal del deficit público.